miércoles, 1 de mayo de 2019

De lo que a don Quijote le sucedió con su escudero Sancho yendo a su aldea.



-Mira, amigo, que no te hagas pedazos; da lugar que unos azotes aguarden a otros; no quieras apresurarte tanto en la carrera, que en la mitad della te falte el aliento; quiero decir que no te des tan recio, que te falte la vida antes de llegar al número deseado. Y porque no pierdas por carta de más ni de menos, yo estaré desde aparte, contando por este mi rosario los azotes que te dieres. Favorézcate el cielo conforme tu buena intención merece.
-Al buen pagador no le duelen prendas -respondió Sancho-: yo pienso darme de manera, que sin matarme, me duela; que en esto debe de consistir la sustancia deste milagro.



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