EL CURIOSO IMPERTINENTE
Un necio e impertinente deseo me
quitó la vida. Si las nuevas de mi muerte llegaren a los oídos de Camila, sepa
que yo la perdono, porque no estaba ella obligada a hacer milagros, ni yo tenía
necesidad de querer que ella los hiciese, y pues yo fui el fabricador de mi
deshonra, no hay para qué...
…
-Bien -dijo el cura- me parece
esta novela; pero no me puedo persuadir que esto sea verdad; y si es fingido,
fingió mal el autor, porque no se puede imaginar que haya marido tan necio, que
quiera hacer tan costosa experiencia como Anselmo. Si este caso se pusiera
entre un galán y una dama, pudiérase llevar; pero entre marido y mujer, algo
tiene de imposible; y en lo que toca al modo de contarle, no me descontenta.
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