Donde se cuenta la graciosa manera que tuvo don Quijote en armarse caballero
(Robert Smirke. 1818)
...al cual mandó hincar de rodillas; y, leyendo en su manual, como que decía alguna devota oración, en mitad de la leyenda alzó la mano y diole sobre el cuello un buen golpe y tras él, con su mesma espada un gentil espaldarazo, siempre murmurando entre dientes, como que rezaba.
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